- A la pereza sigue la pobreza.
- El que la sigue la consigue.
- Si quieres que te siga el can, dale pan. (Éste del perrito sí que tiene su miga...)
- Cuando el tonto coge la linde, la linde se acaba y el tonto sigue.
- Quien dos liebres sigue, tal vez caza una y muchas veces ninguna. (Imaginad si en vez de dos son más de mil liebres...)
- El que sigue la caza, ése la mata.
Son de una frescura tan deliciosa que no puede uno por menos de sonreírse cuando los lee o los escucha, como en estrecha complicidad con la sapiencia de las personas anónimas que los fueron inventando con el paso de los años.
No es virtud de las piedras la de ser "consecuente", que, ¡mira por dónde!, es una palabrita que también guarda cierta relación, al menos en sus orígenes latinos, con eso de "seguir". Yo sí soy consecuente conmigo mismo, porque no me siento llamado a ser piedra. En realidad, ya nada me obliga a ser piedra. A buen entendedor... Tampoco quiero decir que me haya puesto en movimiento para andar de manera errática, con la vista puesta en horizontes falsos. Rechazo cualquier posibilidad de ir dando tumbos. Me he colgado, eso sí, el zurrón, pero para andar caminos solitarios, poco transitados (¡qué gustazo!), en un terreno lo más llano posible, con marcha serena y pausada, reflexionando y meditando sobre el lugar al que voy. Sin demasiadas piedras por el camino que hagan que luego me duelan los pies. Neminem sequor (que quiere decir: no sigo a nadie)
OTRO OBSEQUIO PARA LOS QUE LEEN EL BLOG.